MAROSA, es el título de la Revista de la Biblioteca Nacional 13-2017
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MAROSA, es el título de la Revista de la Biblioteca Nacional 13-2017, que reúne un insoslayable conjunto de trabajos críticos sobre la vida y la obra de nuestra poetisa salteña de proyección universal Marosa di Giorgio. Gracias a las gestiones de su Curador, Ac. Prof. Leonardo Garet, este material, proveniente de prestigiosas figuras de la crítica literaria uruguaya y extranjera, pasará a integrar la Sala dedicada a la poetisa en Casa Quiroga.
Basta citar los autores de los diversos enfoques sobre la vida y la creación marosiana para resaltar la calidad y la hondura de la publicación. Son ellos:
Ana Inés Larre Borges, Jorge Monteleone, Hebert Benítez Pezzolano, Leonardo Garet, Sebastián Urli, Eduardo Espina, Carina Blixen, Mateo Vidal, Gwen Kirkpatrick, Ignacio Dansilio, Anna Denny Morales, Néstor Sanguinetti, Julieta Yelin, Washington Lockhart, Joyelle McSweeney, Ariel Schettini, Irina Garbataky, María José Bruña Bragado, Rosana Guardalá, Silvio Mattoni, Kaldina Veljacic. Además, de la pluma de Marosa rescata: La inminencia de Los Papeles Salvajes-Carta a Ángel Rama, y El Arte no tiene progreso ni sexo.
Estamos seguros que esta publicación, enriquecida con numerosas imágenes suyas, y de personalidades que compartieron su trayectoria vital, y su experiencia literaria, contribuirá a un mejor conocimiento y exaltación de quien se constituyera en una de las mayores figuras de la lírica universal.
Introducción de la Directora de la Revista de la Biblioteca Nacional Ana Inés Larre Borges:
“Convivimos con el milagro, sabiéndolo, aunque un poco a medias, con la cuota de distracción necesaria para seguir con nuestras vidas. Tras la muerte de Marosa di Giorgio, el milagro no ha cesado, pero su ausencia trajo, además de tristeza, cambios que ocurren cuando la vida termina y se cierra una obra y se ponen en marcha procesos de reconocimiento que sistematizan y ordenan, y acaso recuperan textos que ensanchan esa obra en algunas zonas que habían quedado ocultas.
El 2005, al cumplirse un año de la muerte de Marosa Di Giorgio, hicimos unas jornadas de estudio y homenaje en la Biblioteca Nacional que durante cinco días -entre el 15 y el 9 de agosto- convocaron a cientos de personas. Eran tiempos esperanzados y austeros, y esa rara conjunción se resolvió en fervor y militancia y en la participación generosa de poetas, críticos, artistas, estudiantes, con apoyo de algunas instituciones y personas solidarias con la cultura, de lo que guarda memoria el programa de aquellos días.
El cierre fue una lectura de poetas, que abrió Amanda Berenguer, su gran amiga, con el poema “Esa voz de Marosa”. La voz de Marosa era “incomparable” y “parecida a la de ninguna” como se dice en “Diamelas a Clementina Médici” que había sido la de su madre. En el poema de Amanda, otras voces buscar a Marosa:
¡marosa!, clamaban, ¡marosa! ¿dónde estás?.
por aquí, frío, frío, tibio, frío, más ahí, detrás,
entre los brazos del candelabro, sí, por ahí, sí,
debajo de las uvas, tibio, tibio, ¿dónde?
¿dónde?
se oía una voz incitante, un Elfo aéreo, envolvente,
que se iba y venía y merodeaba, parecido casi al rumor
del viento entre las hojas de un bosque sombrío.
Por ahí, dijeron
los elegidos,
por aquel lado del mundo,
y todos, alucinados, se pusieron a escuchar.
Buscan a Marosa y encuentran su voz. “Toda poesía parece traernos al menos la voz de alguien. Y aunque sea una ilusión, ese mimetismo de una resurrección imaginaria sostiene el deseo de leer, que es una forma de anular el tiempo” escribe aquí Silvio Mattoni. En cada lectura, en cada poema, recuperamos la voz de Marosa, y esa es su eternidad.
Todos los que estuvieron en aquel homenaje la habían conocido, muchos eran sus amigos, algunos habían compartido espectáculos donde su voz grave y poderosa era protagonista. Alcanzó el tiempo para que esa voz de Marosa no se perdiera. Son varios los registros que guardan sus performances, su actuación y el recitado de sus poemas; lo que era parte de su arte sigue actuando en estos testimonios. Para sus contemporáneos, su voz es aún emoción y nostalgia como son siempre las voces de los muertos.
Y fue su voz, en mi caso, lo último que tuve de Marosa. Quiero permitirme una confesión personal que hasta hoy no compartí: Marosa me había hecho saber que necesitaba hablar conmigo y yo me demoré. A los pocos días, encontré en el contestador su mensaje: “¿Te olvidaste de mí?”. El tono era, el de siempre, afectuoso, pero fueron las últimas palabras que le escuche y a las que todavía trato de responder.
Esta revista es parte de esa respuesta y de la deuda que contraemos con los grandes poetas. Desde aquellas jornadas de hace una década, muchas cosas cambiaron: varios entre los que participaron en aquel homenaje ya no están, se multiplicó el número de sus lectores y el de los estudios que se le dedican en el mundo. El corpus de la obra de Marosa di Giorgio se fijó tras su muerte -la última edición de Los Papeles Salvajes, se anunció en 2008 como definitiva y a fines de 2013 se editaron, bajo el título El Gran Ratón Dorado, El Gran Ratón de Lilas, los relatos eróticos completos-. Su escritura ha crecido en zonas nuevas como la de las entrevistas que Marosa transformó en arte poética, y así impactan reunidas en no develarás el misterio (Cuenco de Plata 2010); y, muy recientemente, se sumó una idiosincrática forma del ensayo, al recuperarse textos suyos sobre otros escritores en otras vidas (Adriana Hidalgo 2017). También el tiempo ha hecho que leamos su obra de un modo diferente. Me gustaría señalar, así fuese someramente, la evolución de esa lectura: pensarla en el tiempo. “Borges no fue siempre Borges…” decía Beatriz Sarlo al inicio de una conferencia de modo de establecer una brecha desde donde explicar las operaciones y decisiones que definieron al escritor. A veces, nos toca ser testigos de esa transición en la trayectoria de un autor hasta que se produce un consenso legitimador que lo coloca entre los grandes. Creo que en el caso de Marosa di Giorgio, esa consagración ocurrió en el intervalo que se inicia en la última década de su vida y acaba de fraguar una década después de su muerte. Así habrá que contabilizar también como parte de ese proceso a la publicación de El Milagro Incesante. Vida y Obra de Marosa di Giorgio (2006), donde Leonardo Garet hizo un acopio documental crucial para el estudio de su poesía y produjo un sensible avance biográfico, fundamentalmente sobre los años salteños. El autor es hijo de Julio Garet Mas, quien fue uno de los primeros lectores de Marosa y el primero en escribir sobre su obra. Todavía no se ha hecho la historia de la recepción de la obra de Marosa di Giorgio. A falta de un pormenorizado recuento, esta revista recupera, empezando por aquella primera hospitalidad, algunos episodios de la lectura y valoración de su poesía. Siempre existen creencias sobre el irresistible o resistido ascenso de un artista, los documentos que aquí rescatamos alertan sobre un proceso de reconocimiento mucho menos lineal y simple que el que está en circulación. Estimo, con saludable escepticismo, que la historia de la recepción de un gran artista generalmente dice más sobre el estado de la cultura donde se desarrolló que sobre los secretos de su arte; por otro lado, esa historia no se detiene; continúa produciéndose, y es convocada para que ampare otras obras y participe en discusiones que su creador nunca imaginó”.